Antes de nada, y como principio de esta introducción, pido disculpas a todas las personas que puedan sentirse ofendidas con la lectura de las próximas páginas.
Creo que en ellas no hay falta de respeto alguna hacia el alma de las distintas religiones, aunque a veces mi escepticismo pueda interpretarse como un acto de rechazo hacia ellas.
En la actualidad ni Dios ni la religión están de moda pero, de todas formas, sé que estos temas suelen generar intensas pasiones porque, queramos o no, se encuentran profundamente arraigados en todos nosotros.
Desde lo más tierno de nuestras infancias, la sociedad, sea cual fuere, se ha encargado de que pertenezcamos a su religión y sus costumbres como si se tratasen de la única verdad posible, y eso ha supuesto un lastre que nos ha impedido ver con claridad la existencia de otros horizontes.
Tengo que decir que no hay ninguna doctrina por la que sienta especial afecto o especial aversión ya que todas son prácticamente iguales, y aunque en estas páginas escribo sobre alguna de ellas, lo que realmente quiero tratar es la teórica razón de ser de las religiones, es decir, Dios.
Aparentemente, las religiones son el camino para llegar a Dios pero casi siempre ese camino se acaba perdiendo en razones puramente económicas. Si profundizamos en los entresijos de cualquier doctrina sólo veremos un medio de vida para los que la dirigen, costeado siempre por los fieles creyentes.
No cabe duda que ha de haber ciertos sacerdotes de muchas religiones, absolutamente convencidos de la verdad del dogma que profesan, pero tengo la completa seguridad de que no son demasiados los que consiguen mantener la fe durante toda su vida, ya que la razón casi siempre acaba por imponerse.
En fin, disculpas a todos y que Dios nos guarde.
DISTINTAS TEORÍAS SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS
En este mundo en que vivimos, y quizá también fuera de él, hay infinidad de religiones y cada una de ellas predica su particular doctrina como si fuese la única verdadera; es decir, todas están convencidas de que las demás son falsas.
Prácticamente la totalidad de las tendencias religiosas adoran a un ser supremo y omnipotente al que consideran creador de todo lo que vemos y conocemos. Del mismo modo, en casi todas las doctrinas hay un premio o un castigo que recibiremos después de la muerte, en función de nuestro comportamiento durante la vida.
Salvando ciertos matices y si analizamos debidamente la cuestión, podremos observar que no hay diferencias de fondo entre todas las religiones existentes.
Según estas enseñanzas, es fundamental adorar y amar a ese ser supremo creador de todo, no hay que hacer daño a nadie y se deben seguir ciertas reglas que nunca difieren demasiado de las más ateas normas de convivencia.
La religión, lógicamente, no discute la existencia de Dios ya que es la base de su razón de ser, pero nunca se ha preocupado de que sus fieles lleguen a tener un convencimiento razonado de tal existencia.
Exactamente eso quiso probar Santo Tomás de Aquino (1225-1274) en su Suma Teológica, y más concretamente con las famosas "cinco vías": La existencia del Dios Creador.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Paseando por la producción de mis estudiantes llegué hasta tu blog. Siempre será más fácil "descartar a Dios", ya sea con discursos sobre su no posible existencia o con el disfraz del "ve tú a saber"... Elaborar un discurso racional, apoyado en la riqueza de nuestros conocimientos, que sostenga nuestra fe, cuesta mucho. Pero más aún cuesta ser consecuente con nuestra propia vida. Creer en Dios demanda vivir a Dios... Hacer su voluntad es hacerlo presente siempre... La racionalización sobre su existencia, desde la reflexión más profunda, o apoyada en la producción de otros, queda en un segundo lugar si esto primero no se da.
ResponderEliminarTienes un largo camino por recorrer. Por mi parte, de todo corazón, espero que sea con Él.
Saludos.